Mi
avistamiento del 14 de febrero fue confirmado por dos testigos independientes:
Alejandro Gronda –miembro de la FAO-, quien reportó su observación de una luz
pulsante bajo la Cruz del Sur a las 23:23 horas (yo calculé mi avistamiento a
eso de las 23:30, con un margen de error de 15' por no llevar celular).
Gronda incluso filmó el fenómeno desde el barrio porteño de Palermo, aunque el
video no es tan nítido como el grabado por la FAO en enero de 2017.
"Luci" zigzagueando en Punta Piedras el 20/2/2016. Foto de Lucía López.
La
segunda testigo es Lucía López, quien fotografió a Luci desde La Plata con una
excelente toma de larga exposición, que reproduzco en la portada.
Ambos testimonios son incuestionables, y yo
no me enteré de ellos hasta después de publicar el mío al día siguiente, cuando
Luis Burgos me invitó a leer su blog y su página de Facebook.
Las observaciones del 18 de febrero también
recibieron confirmaciones independientes. Esta vez escribí mi reporte
apenas volví de la playa, la misma noche del día 18 y se lo envié a Luis. En
esos momentos él me confirmó que estaba recibiendo por mensajes privados otros
tres reportes sobre el fenómeno, coincidentes en sus horarios con mis
observaciones, uno desde Magdalena, otro desde La Plata y otro desde el balneario Las
Grutas, en la provincia de Río Negro (a 890 km en línea recta de la Lucila del
Mar!). Burgos publicó al día siguiente todos estos testimonios en su página de
Facebook, incluyendo el mío.
A Luis corresponde el mérito de haber
bautizado el fenómeno Luci (por contracción de “la luciérnaga”, como se lo venía
llamando), y de haber organizado sus observaciones a través de una red de informantes
en varias provincias argentinas. En busca de respuestas se ha dirigido al
CONICET, donde le contestaron que los destellos provienen de los
satélites de comunicaciones IRIDIUM, al recibir los rayos del sol sobre sus antenas reflectantes.
Sin embargo, esta explicación no se
sostiene. Los satélites siguen una órbita fija, que vista desde la Tierra
aparece como un movimiento rectilíneo y uniforme en su velocidad. “Luci” en
cambio zigzaguea en ocasiones –yo mismo lo he visto-, cosa que no puede hacer
ningún satélite. Una foto tomada en 2016 por Lucía López ha documentado este
zigzagueo.
Pero
no es ésta la única diferencia. La más importante –que la mayoría de los
observadores reportan- es la falta de coherencia en la trayectoria de “Luci”.
Yo mismo lo he visto y descrito en mi primer informe. La luz en movimiento
destellaba un segundo, suficiente para determinar la trayectoria que seguía. Yo
esperaba verla destellar un poco más allá, siguiendo la misma trayectoria, pero
hete aquí que “Luci” destellaba en otro lado, a un costado de esa línea
imaginaria, o incluso atrás. Esto ha sido observado por otros testigos.
Para explicarlo, haría falta suponer varios
satélites cercanos, reflejando el sol con escasos segundos de diferencia.
Pero aquí no acaba la dificultad. Los primeros diez o doce destellos que vi el 14 de febrero se dirigían aproximadamente de norte a sur, pero luego cambiaron a una
dirección oeste-este, dirigiéndose hacia el mar. Alejandro Gronda coincide en haber visto esa noche un movimiento de la luz pulsante primero hacia el sur, y luego hacia el este. Ningún satélite, o enjambre de
satélites, abandona su órbita y dobla en otra dirección, perpendicular a la
anterior. A veces –según reportan otros testigos- la luz se detiene en el
cielo, y luego sigue. Incluso la noche del 18 de febrero, después de mi última
observación, el testigo Diego Alori Scianca informó desde Pinto, provincia de Buenos Aires,
que a las 23:10 horas “en la zona de la Cruz del Sur una luz destelló 5 veces, primero
a la derecha, luego hacia abajo, y volvió al lugar donde apareció”.
Resumiendo:
- La trayectoria aparente de Luci en
el cielo no sigue una línea recta, sino que llega a doblar hasta 90º,
siguiendo un curso perpendicular al que venía trayendo.
- Luci no mantiene una velocidad
uniforme. En ocasiones destella inmóvil en un lugar, y luego retoma su
marcha. Disminuye o acelera su velocidad de manera aleatoria.
- Luci en ocasiones zigzaguea,
dejando un rastro de luz caótico.
- Después de haberse perdido de
vista, puede reaparecer donde dejó de verse, o destellar simultáneamente
en varios puntos del cielo.
Ningún
satélite o grupo de satélites puede hacer todo eso. La conclusión es obvia: no
se trata de un satélite.
Similar a una luciérnaga cósmica, en
ocasiones puede distinguirse su cuerpo cuando su destello se apaga.
“Luci” es una habitué del cielo austral, pues aparece casi siempre bajo la Cruz
del Sur, entre las estrellas del Centauro. Esto la hace casi invisible al sur
del trópico de Capricornio, excepto las pocas veces cuando pulsa en otros
sectores de la bóveda celeste.
Es un ovni en el sentido cabal de la palabra: un objeto volador no identificado. Descripto por el astronauta John Glenn en 1962, avistado por vecinos de La Matanza en 1973, su observación regular data de 1986, cuando fue bautizado como "luciérnaga", once años antes de que se lanzaran los primeros satélites Iridium. Y puesto que lleva décadas danzando en el cielo sin que nadie lo identifique, en ovni se queda.
Mi
avistamiento del 14 de febrero fue confirmado por dos testigos independientes:
Alejandro Gronda –miembro de la FAO-, quien reportó su observación de una luz
pulsante bajo la Cruz del Sur a las 23:23 horas (yo calculé mi avistamiento a
eso de las 23:30, con un margen de error de 15' por no llevar celular).
Gronda incluso filmó el fenómeno desde el barrio porteño de Palermo, aunque el
video no es tan nítido como el grabado por la FAO en enero de 2017.
"Luci" zigzagueando en Punta Piedras el 20/2/2016. Foto de Lucía López.
La
segunda testigo es Lucía López, quien fotografió a Luci desde La Plata con una
excelente toma de larga exposición, que reproduzco en la portada.
Ambos testimonios son incuestionables, y yo
no me enteré de ellos hasta después de publicar el mío al día siguiente, cuando
Luis Burgos me invitó a leer su blog y su página de Facebook.
Las observaciones del 18 de febrero también
recibieron confirmaciones independientes. Esta vez escribí mi reporte
apenas volví de la playa, la misma noche del día 18 y se lo envié a Luis. En
esos momentos él me confirmó que estaba recibiendo por mensajes privados otros
tres reportes sobre el fenómeno, coincidentes en sus horarios con mis
observaciones, uno desde Magdalena, otro desde La Plata y otro desde el balneario Las
Grutas, en la provincia de Río Negro (a 890 km en línea recta de la Lucila del
Mar!). Burgos publicó al día siguiente todos estos testimonios en su página de
Facebook, incluyendo el mío.
A Luis corresponde el mérito de haber
bautizado el fenómeno Luci (por contracción de “la luciérnaga”, como se lo venía
llamando), y de haber organizado sus observaciones a través de una red de informantes
en varias provincias argentinas. En busca de respuestas se ha dirigido al
CONICET, donde le contestaron que los destellos provienen de los
satélites de comunicaciones IRIDIUM, al recibir los rayos del sol sobre sus antenas reflectantes.
Sin embargo, esta explicación no se
sostiene. Los satélites siguen una órbita fija, que vista desde la Tierra
aparece como un movimiento rectilíneo y uniforme en su velocidad. “Luci” en
cambio zigzaguea en ocasiones –yo mismo lo he visto-, cosa que no puede hacer
ningún satélite. Una foto tomada en 2016 por Lucía López ha documentado este
zigzagueo.
Pero
no es ésta la única diferencia. La más importante –que la mayoría de los
observadores reportan- es la falta de coherencia en la trayectoria de “Luci”.
Yo mismo lo he visto y descrito en mi primer informe. La luz en movimiento
destellaba un segundo, suficiente para determinar la trayectoria que seguía. Yo
esperaba verla destellar un poco más allá, siguiendo la misma trayectoria, pero
hete aquí que “Luci” destellaba en otro lado, a un costado de esa línea
imaginaria, o incluso atrás. Esto ha sido observado por otros testigos.
Para explicarlo, haría falta suponer varios
satélites cercanos, reflejando el sol con escasos segundos de diferencia.
Pero aquí no acaba la dificultad. Los primeros diez o doce destellos que vi el 14 de febrero se dirigían aproximadamente de norte a sur, pero luego cambiaron a una
dirección oeste-este, dirigiéndose hacia el mar. Alejandro Gronda coincide en haber visto esa noche un movimiento de la luz pulsante primero hacia el sur, y luego hacia el este. Ningún satélite, o enjambre de
satélites, abandona su órbita y dobla en otra dirección, perpendicular a la
anterior. A veces –según reportan otros testigos- la luz se detiene en el
cielo, y luego sigue. Incluso la noche del 18 de febrero, después de mi última
observación, el testigo Diego Alori Scianca informó desde Pinto, provincia de Buenos Aires,
que a las 23:10 horas “en la zona de la Cruz del Sur una luz destelló 5 veces, primero
a la derecha, luego hacia abajo, y volvió al lugar donde apareció”.
Resumiendo:
- La trayectoria aparente de Luci en
el cielo no sigue una línea recta, sino que llega a doblar hasta 90º,
siguiendo un curso perpendicular al que venía trayendo.
- Luci no mantiene una velocidad
uniforme. En ocasiones destella inmóvil en un lugar, y luego retoma su
marcha. Disminuye o acelera su velocidad de manera aleatoria.
- Luci en ocasiones zigzaguea,
dejando un rastro de luz caótico.
- Después de haberse perdido de
vista, puede reaparecer donde dejó de verse, o destellar simultáneamente
en varios puntos del cielo.
Ningún
satélite o grupo de satélites puede hacer todo eso. La conclusión es obvia: no
se trata de un satélite.
Similar a una luciérnaga cósmica, en
ocasiones puede distinguirse su cuerpo cuando su destello se apaga.
“Luci” es una habitué del cielo austral, pues aparece casi siempre bajo la Cruz
del Sur, entre las estrellas del Centauro. Esto la hace casi invisible al sur
del trópico de Capricornio, excepto las pocas veces cuando pulsa en otros
sectores de la bóveda celeste.
Es un ovni en el sentido cabal de la palabra: un objeto volador no identificado. Descripto por el astronauta John Glenn en 1962, avistado por vecinos de La Matanza en 1973, su observación regular data de 1986, cuando fue bautizado como "luciérnaga", once años antes de que se lanzaran los primeros satélites Iridium. Y puesto que lleva décadas danzando en el cielo sin que nadie lo identifique, en ovni se queda.
Es un ovni en el sentido cabal de la palabra: un objeto volador no identificado. Descripto por el astronauta John Glenn en 1962, avistado por vecinos de La Matanza en 1973, su observación regular data de 1986, cuando fue bautizado como "luciérnaga", once años antes de que se lanzaran los primeros satélites Iridium. Y puesto que lleva décadas danzando en el cielo sin que nadie lo identifique, en ovni se queda.
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